Fallece Miguel Bojórquez, joven músico sinaloense

Por Sergio Ceyca

El músico local Miguel Ángel Bojórquez Lugo falleció este fin de semana por motivos fortuitos. Miguel Bojórquez (Guasave, 1996) había destacado últimamente en la escena de música local de Culiacán, y en 2018 había grabado su primer material discográfico titulado Flor de noche.

Se había presentado en los eventos de Martes de Poesía, It’s Free y Summerverano, así como en diversos eventos de literatura organizados por el Instituto Sinaloense de Cultura. Era estudiante de la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas, así como narrador y participó en la antología Libro negro. Narrativa sinaloense de ficción, que publicó el Instituto Sinaloense de Cultura en 2018; ; así como en la antología poética La espina es la flor de la nada. Homenaje a Gonzalo Rojas.

Además había obtenido el premio a mejor música original en la Octava Muestra de Cortometrajes Sinaloenses Jóvenes en Corto, por Infinito- Sobrenatural, que fue incluida en el cortometraje “Carmesí”.

En una entrevista publicada en la revista Nexos, Mixar López lo descubrió diciendo que entre leyendas, anecdotarios, manías y borracheras, la música de Miguel Bojórquez va cantando pasiones: historias de antihéroes, de resacas, de días perecederos e infructuosos, a través de sendas notas campiranas en las que se puede encontrar la verdad, la verdad tras la música, precedida de una voz local bajo un sentimiento universal: el afecto, el desafecto, idioma del mundo que a todos nos puede tocar en lo más profundo, dejando heridas.

En la misma entrevista Miguel Bojórquez comentó sobre sus principales influenzas: Podría decir que cuando estaba haciendo el disco, mi principal intención era recrear lo que tocaba en vivo, utilizando únicamente mi guitarra, armónica y voz; quería que las canciones golpearan por sí solas, sin la necesidad de ornamentos. En ese entonces, los motores principales para sacar mi proyecto solista eran Johnny Cash, Rodrigo González, Tom Waits, Saúl Fimbres y la película Inside Llewyn Davis (2014) que vi algunos años antes. Cuando tocaba en bandas, siempre tuve la idea romántica de tocar en solitario las canciones que escribía para mí mismo y que no se las mostraba a nadie, pero se quedaba en idea.

Las primeras que escribí para mí fueron “De nuevo en la estación” y “Cuando estamos lejos de aquí”, las cuales resumían lo que estaba viviendo en aquel entonces. Nunca tuve el plan de sacarlas en algún material posterior. Cuando recién comencé a tocar en vivo, sólo conocía las típicas de Bob Dylan y nunca me había dedicado a conocer más, sin embargo siempre me comparaban con él, pero se debía al hecho de tocar electroacústica y armónica: realmente eran personas que tampoco lo habían escuchado.

Dos años antes de grabar el disco, cuando recién comenzaba a planear presentarme en vivo solo, mi amigo Constantino F –también músico– me regaló el The Times They Are a-Changin de Bob Dylan y me impactó tanto que quise dejar de tocar: no había manera de superar ese disco y no había necesidad de intentarlo Gracias a ese álbum, comencé a tomarme más en serio el folk. Comencé a escuchar a los coetáneos de Dylan, a sus antecesores y sucesores: Dave Van Ronk, Woody Guthrie, Hank Williams, Townes Van Zandt, Ramblin’ Jack Elliott y no recuerdo a quién más, pero sí me acuerdo que estudiaba la estructura de las canciones, la del disco como obra completa y los acompañamientos que ejecutaban otros instrumentos.

Me tomé en serio el folk, no era un género para andar jugando. Entre otras bandas y solistas que también sirvieron como influencia –consciente o inconscientemente– se destacan Nick Cave, Thee Oh Sees, The Velvet Underground, Lou Reed, Social Distortion, The White Stripes, The Libertines, The Cramps y Leonard Cohen. Honestamente, no sé si todas ellas se ven plasmadas en el disco, pero era lo que más escuchaba en ese tiempo y probablemente tomé rasgos de todos ellos. Creo que así funciona cuando haces un disco: emulas lo que escuchas sin notarlo mucho.

No creo en eso de influenciarte únicamente de determinadas bandas para un proyecto específico o por lo menos a mí no me pasa; yo toco lo que conozco y trato de sonar a lo que me gustaría escuchar.

Sobre sus influenzas literarias mencionó a la generación beat, en especial a William S. Burroughs, Henry Miller y Allen Ginsberg: También me gustaba Bukowski. por lo menos cuando recién lo descubrí, después me di cuenta de que todo el que lee a Bukowski se cree Bukowski y no quería formar parte de ese chiste. Puedo decir que ellos me sirvieron como influencia por el aspecto crudo y directo en su estilo narrativo y que partían de la auto-ficción, cosa que también yo hago. Me gustan algunos cuentos de Donald Ray Pollock, un escritor estadounidense cuyos escritos han sido denominados como hillbilly gothic o rural gótico por parte de la crítica, de Chuck Palahniuk, principalmente “Guts” (Tripas), y Juan Rulfo, quien me parece increíble. Admiro también el estilo narrativo de mi maestro de literatura y buen amigo de Culiacán, Eduardo Ruiz Sosa, quien escribió una gran novela titulada Anatomía de la memoria y le valió muy buenas críticas a nivel internacional. En poesía, quienes podría decir que me han influenciado son Gonzalo Rojas, Efraín Huerta y el sinaloense A. E. Quintero. La verdad no leo mucha poesía y no considero poéticas mis letras.

Y ante la pregunta de cómo es ser músico en Culiacán, Miguel Bojórquez mencionó que un amigo le dijo, en alguna ocasión, que tocar en Culiacán era como boxear: a nadie le interesas, a menos de que ya te hayas hecho de un nombre o seas amigo de todas las bandas y medios. Hay algo curioso: desde que saqué el disco, he recibido más atención por parte de medios del centro y el sur del país que de los medios locales. Nadie es profeta en su tierra, dicen. Lo que sí puedo decir es que el de Culiacán es un público difícil y si puedes aquí, puedes en todos lados.

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