Por Sergio Ceyca
Continuando con nuestra sección “Nuevo Talento Sinaloense”, en esta ocasión entrevistamos a María Aurora Acosta Osuna (Tijuana, 1995), quien desde niña se interesó en el arte aunque al momento de elegir carrera no se animó a lanzarse hacia él por las clásicas decepciones de que, de eso, no se vive. Como anteriormente ha ocurrido, realizó una intervención de nuestro logo.
Acosta Osuna es licenciada en Arte Plásticas en la Escuela de Arte de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Es originaria de Tijuana, aunque desde niña vivió en Mazatlán y posteriormente en Culiacán. Ha impartido talleres de artes en el Instituto Jean Piaget y en la Unidad Académica de Artes Plásticas (sabatinos). Fue mediadora en la exposición “Modulaciones: pintura 1998-2016”, en el Museo de Arte de Sinaloa (MASIN) durante la dirección de Minerva Solano.
Ha presentado la exposición individual “Asumir(se); ocupar; despojar(se)”, en la galería independiente Lugar De, Culiacán; y ha participado en las exposiciones colectivas “Idea línea. Gesto y Pensamiento” (Sala de Arte Moderno, 2018); “Guías y Raíces” (Casa de la Cultura “nombre”, 2018); “La Muerte en la Plástica” (Archivo histórico de Culiacán, 2017); entre otras.
La Pared Noticias: ¿Cómo son tus primeros acercamientos al arte?, ¿llegan desde que eres niña?
Aurora Acosta: Creo que siempre tuve una conexión con las artes y el desarrollo plástico y visual en mi infancia: mi mamá tenía colgadas por la casa impresiones de pinturas poco conocidas y siempre motivo esta parte de mi desarrollo. Desde que tengo memoria me recuerdo dibujando y calcando personajes de mis películas animadas favoritas, o haciendo tarjetas de cumpleaños decoradas y coloreadas; aunque no todo es bueno, a pesar de los esfuerzos de mi madre porque me mantuviera en ese camino, y mis enormes ganas de pintar, no faltaron los comentarios negativos que llegaron a desalentarme y alejarme un tiempo de esta práctica.
LPN: Entonces tu madre siempre te apoyó, ¿te menciona algún momento en específico que se diera cuenta que te interesaba el arte?
AA: Ella siempre fue una figura llena de cultura para mí, no solo me motivaba a dibujar, también se interesó en que me desarrollara intelectualmente: me enseñó el alfabeto antes de que entrara a preescolar, nos poníamos a hojear las enciclopedias que tenía en la casa, e incluso desde que tengo memoria siempre le emocionaba cuando le regalaba un dibujo, no sé si consideraba que dibujaba muy bien para mi edad.
LPN: ¿Y cómo fue ir creciendo en Mazatlán, al tener este interés?
AA: Pues pase parte de mi infancia en Tijuana y en ese entonces no podíamos costear cursos, pero siempre me llevaba a un parte donde había un puesto donde podías pintar alcancías. Ya cuando llegué a Mazatlán recuerdo que unos parientes tenían un lugar similar, pero justo ahí tuve una de mis primeras desilusiones. No fue hasta que entré a preparatoria y tuve la oportunidad de llevar un taller de pintura que no duró mucho porque no le estaban pagando a la profesora.
LPN: Entonces, ¿en qué momento decides inscribirte a Artes Plásticas en la UAS?
AA: Después de mi encuentro con el taller de pintura logré convencer a mi madre de que me inscribiera a clases de música, estuve dos años y ahí tuve la oportunidad de hacer mi servicio social en los talleres de artes plásticas. Fue en ese tiempo cuando decidí estudiar artes, pero me terminaron de convencer que me iba a morir de hambre, así que pasé un año en Química, hasta que sucedió lo inevitable: la dejé y la verdad no me arrepiento de nada. Incluso mi madre cuando le comenté del cambio me miró y dijo: “te lo dije, pero no me quisiste escuchar”.
LPN: ¿Cómo fue la experiencia de artes plásticas? En general de la escuela, ¿cómo viviste el ambiente?, ¿cómo fue relacionarse con otras personas que les interesaba el arte?
AA: Fue toda una experiencia. Estudiar artes es un proceso de cambio muy difícil, si es que aceptas las reglas del juego, creo que no todos están listos para jugar. Es una experiencia peculiar porque a veces resultaba un poco frustrante, la escuela sí tiene un giro académico en cuanto a la producción, pero desde primer año tienes contacto con profesores que constantemente te hablan de las realidades del mundo del arte, toda la cuestión teórica y que la práctica al final de cuentas no se sostiene sola, todo tiene que estar equilibrado. A esto me refiero con lo frustrante, mucha gente decide ignorar estos consejos y se pasan de largo las materias teóricas por considerar que no son importantes para ser “artistas” o incluso para estar en el medio. Creo que es muy importante cuando uno estudia artes, no dar las cosas por sentado, siempre estar cuestionando, informarse, actualizándose y siempre aprovechar los cursos teóricos y prácticos. Me tocó tomar muy buenos cursos que trajeron a la escuela de artes.
LPN: ¿De qué eran estos cursos?
AA: Me tocó hacer un diplomado en filosofía del arte que gestionó la Escuela de Artes con la Universidad de Zacatecas. También otro que trajeron de Tamayo que era de pintura. E incluso hay un profe en la escuela que a veces ha dado de cursos de cómo preparar tus propios soportes: el me enseñó a preparar mis propios óleos.
LPN: ¿Hacia qué rama de las artes plásticas te has enfocado?
AA: Tengo una inclinación hacía la pintura aunque actualmente estoy retomando dibujo, también he estado explorando el bordado y la fotografía; pero principalmente pintura: me gusta mucho todo el proceso alquímico que hay en la preparación de los materiales y estoy tomando un curso teórico. De hecho, me estaba acordando de mi primera bofetada de realidad: fue en mi primer y único viaje de estudios a Ciudad de México (cabe mencionar que por ese periodo descubrí el gusto por el estudio de la historia); en ese entonces iba en segundo año y estaba aprendiendo del Neoclásico y del Romántico. El último día del viaje visitamos el Museo Jumex, y en ese entonces no entendí nada de lo que estaba expuesto (posiblemente si fuera hoy en día podría apreciar mejor la exhibición): fue como una decepción conmigo misma de no haberme interesado en actualizarme en arte contemporáneo y esperar a llegar a cuarto año a aprenderlo.
LPN: ¿Y cómo es tu relación ahora con el arte contemporáneo?
AA: Estoy más en contacto, es importante conocer donde estas parado. Pero siento que todavía me faltan cosas por aprender por eso quiero seguir tomando cursos para tener una perspectiva completa. La verdad me tocó leer textos muy chingones en la escuela de arte contemporáneo.
LPN: ¿Sobre qué hablaban estos textos? Cuando entrevisté a Libertad Valencia ella comentaba que le tocó primero, no confiar mucho en el arte contemporáneo, pero, con el tiempo, irse acercando a él, en especial porque la enseñanza de la escuela suele ser más tradicionalista. ¿Cómo viviste eso tú?
AA: A mí me tocó no dejarme llevar por la corriente, insisto, siempre están estos profesores que son como la voz de la razón. Entonces creo que es más hacia donde decide inclinarse uno, si los quiere escuchar o seguir la corriente. Pues es que está desde el inicio, la primera materia teórica que llevas es estética, con el profesor Pedro Cervantes, de hecho fue en ésta dónde me di cuenta que la cosa no iba de producir solo cosas bonitas o que solo importará la técnica. Digo, según recuerdo el primer texto que leímos fue un fragmento de El malestar en la cultura de Freud, entonces es más una cuestión de que aceptes entrarle al juego. Fue un proceso muy difícil, porque en primer año me costaba mucho entender de qué iba la cosa, pero entendí que no quería irme por un camino donde ignorara esas cosas que nos entendía.
LPN: Bueno, ya para amarrar el final: ¿hacia dónde estás dirigiendo tu creación por ahora? y, en base a eso, ¿qué nos puedes decir de la intervención de La Pared?
AA: En cuanto a la intervención del logo, he estadomuy interesada en la observación del paisaje urbano, al principio había pensado en hacer un muro, pero cuando caminaba por la calle buscaba paredes abandonadas, llenas de maleza y grafiteadas. Hasta que encontré una que me gusté le tomé unas fotos: había pensado en la opción de intervenirla pero me decidí por mejor generar una pintura basada en la fotografía. Use papel algodón, lo prepare para trabajarlo con óleo y antes de pintar en óleo, puse una capa de temple con pigmento amarillo, para que la pintura fuera más brillante. En cuestión de producción, por el momento, me estoy actualizando en cuanto al discurso del proyecto que hice en mi último año, estoy intentando nutrirlo, y complementarlo con otro tipo de producción a parte de la pintura, entonces más que nada estoy en una introspección de qué quiero hacer y como lo quiero hacer.
LPN: ¿En qué consistía tu proyecto?
Casi todo lo que trabajo gira en torno al “yo”, a pesar de esto terminan teniendo un enfoque social, al final de cuentas uno funciona como un ser social y se ve afectado por todo lo que lo rodea; pero en el caso del proyecto que trabajé en el último año de mi carrera si tenía un enfoque muy personal, y ahorita estoy tratando de analizarlo de manera que genere un discurso (que también se vea reflejado en la obra) que no gire solo en torno a mi persona). Esto tiene que ver con si está cuestión de la memoria y el olvido si está afectando a la sociedad ya que a lo largo de los años he notado que en México hay una gran necesidad de olvidar las desgracias, por parte de algunos y de mantenerlas vivas por otros. Me parece similar a los eventos de trauma en la psicología, cuando olvidamos como medio de protección, pero te termina afectando en otros aspectos; siento que pasa algo similar con la sociedad. En cuanto a mi trabajo, todavía estoy tratando de generar una conexión entre estos dos puntos, mis olvidos y los generales.