Por Sergio Ceyca
“A veces las misiones inútiles son lo único que le da sentido a la existencia” anuncia la contraportada del libro de cuentos Sonámbulos (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2020). Dicho fragmento es el final del cuento “Aguayo”, que trata sobre un grupo de alumnos que se inscriben en una clase de noruego sólo para descubrir, meses después, que el maestro no les ha ensayo el idioma dicho sino un nuevo idioma, uno inventado, con el que ellos tienen semanas comunicándose.
Desde ese punto los cuentos de Alejandro Espinosa Fuentes (Ciudad de México, 1991) navegan entre lo cotidiano y lo surreal, en un estilo que recuerda a cuentistas como Julio Cortázar, Etgar Keret, Felisberto Hernández y demás narradores latinoamericanos. Este libro, además, fue ganador del Premio Nacional de Relato Breve Julio Torri 2019.
Originario de Ciudad de México, Espinosa Fuentes es narrador, traductor, poeta y ensayista, estudió la licenciatura en la UNAM, la maestría en la UCM y el doctorado en la Universidad Autónoma de Madrid. Es autor de Nuestro mismo idioma (2015) y Agenbite of inwit (2019). Ha ganado el Premio Sergio Pitol y el Premio de Novela José Revueltas. Es editor de la revista Lee/Algo, y colabora en Quimera, Luvina, El Universal y De Verdad Digital.
La Pared Cultura: En el libro de cuentos los personajes suelen tener vidas comunes de clase media que luego tornan sobrenaturales o, simplemente, misteriosas. ¿Cómo fue tu juventud en la Ciudad de México?
Alejandro Espinosa Fuentes: Crecí en el sur de la capital, que no tiene nada que ver con el centro histórico ni con la ciudad que aparece en las películas. Estar al otro lado de Tlalpan trastorna la idea del espacio-tiempo de esos habitantes que tardan una hora diaria en cruzar un puente para volver a casa. El sur era un modelo miniatura, inofensivo, del caos metropolitano, tenía un toque más gringo pero también más agreste por los embarcaderos de Xochimilco y la sierra del Ajusco.
LPN: El libro está dividido en varios apartados (la despedida, los recuerdos y la resurrección): ¿reuniste los cuentos en estas tres ideas centrales una vez que los escribiste, o primero vino el concepto y luego lo desglosaste en cuentos?

AEF: Cada uno de los 22 de cuentos surgió por casualidad, no soy mucho de proyectos ni de forzar estructuras. Una vez que reuní todo el material, el orden se dio por sí solo aunque lo pensé más como un disco de música que como un libro de cuentos.
LPN: De alguna manera, los relatos de Sonámbulos recuerdan mucho al israelita Etgar Keret: situaciones cotidianas que, de pronto, son interrumpidas por lo surreal o extraño en unas cuántas páginas. ¿Está entre tus autores de consulta? De igual manera, ¿quiénes más están en esa lista?
AEF: Keret es un referente, pero no hay que irse tan lejos, porque Keret es un gran lector de la tradición hispanoamericana, donde están Cortázar, Felisberto Hernández, Bioy Casares y Arreola, que son cuentistas con los que me siento muy identificado, también añadiría a esa lista a Julio Ramón Ribeyro, Elena Garro y Carlos Edmundo de Ory; todos ellos anacrónicamente kereteanos.
LPN: Siguiendo la pregunta anterior: si pudieras elegir cinco cuentos para llevarlos a una isla desierta, ¿cuáles serían?
AEF: “Los muertos” de James Joyce, “El canario” de Katherine Mansfield, “La memoria de Shakespeare” de Borges, “La semana de colores” de Elena Garro y “En el café” de César Aira.
LPN: Hay un cuento en específico, “Aguayo”, que me recuerda a estos personajes borgianos que intentan lo imposible en el lenguaje o la literatura. ¿Cómo surgió?
AEF: El cuento lo escribí tras la muerte de un buen amigo. Estuve como un año sin escribir después de eso, preguntándome qué sentido seguía teniendo la literatura para mí. El resultado fue ese cuento.
LPN: ¿Crees que las redes sociales han ayudado a las nuevas generaciones de narradores a ser más conocidos?
AEF: Depende lo que se entienda por conocer, las redes sociales son buenas para promocionar estilos de vida y textos informativos, lo que puede difundir una novedad, pero de ahí a que se les lea con atención y se discuta su obra hay un largo trecho.
LPN: ¿Cómo has visto a tus compañeros de la nueva línea editorial de Tierra Adentro?
AEF: Me sorprendió muchísimo la calidad de sus libros, cada uno tiene un estilo concreto y un dominio certero de su género. Es de lo mejor que he leído en el año, y es una lástima que un catálogo tan bueno reciba un trato de liga juvenil por parte de la industria cultural mexicana.