Por Sergio Ceyca
La nueva novela de Gabriel Rodríguez Liceaga (Ciudad de México, 1980) inicia con una junta en la que un publicista llamado Sergio Romo (y apodado Sergio ‘Promo’) propone hacer un concurso para que el rapero Biuti Ful acuda a alguna ciudad a brindar un concierto gratis.
Ninguno de los personajes piensa que eso puede complicarse. Pero gracias a la influencia de diversas personalidades de internet, logran enviarlo a un pueblo perdido de Alaska. Es entonces que Luis Pastrana, otro de los miembros del equipo de publicidad, deberá preparar el concierto en aquella parte lejana mientras intenta descifrar cómo será su vida ahora que una exnovia le marcó para decirle que tuvo un hijo de él que acaba de morir.
Para hablar sobre el libro, nos acercamos a Gabriel Rodríguez Liceaga para entrevistarlo sobre lo que rodeó la escritura del libro. Rodríguez Liceaga fue ganador del Premio Bellas Artes de Cuento San Luis Potosí 2012 con Perros sin nombre, del Premio Nacional de Cuento Agustín Yáñez 2015 con ¡Canta, herida! y del Certamen Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2017 con la novela Aquí había una frontera.
Además fue finalista del concurso de relato Cosecha Eñe 2012 en España y seleccionado en el programa “Al ruedo: ocho narradores emergentes” en la FIL Guadalajara 2018.
La Pared Noticias: ¿Cómo son tus primeros acercamientos con la literatura?, ¿cómo la descubres?
Gabriel Rodríguez Liceaga: El cineasta veracruzano Ricardo Benet nos daba clases de Estética a una bola de aspirantes a publicistas en una escuela que ahora es un gimnasio. En una ocasión nos llevó a todo el alumnado a un Vips que ahora es un lote baldío. Nos entregó a cada uno un cuento. La clase consistía en leer por media hora. Genio. A mí me tocó La Autopista del Sur de Julio Cortázar. No podía yo creer que existiera algo así. No podía yo creer que se pudieran escribir historias así. Ese día descubrí la literatura pero ya había ecos de tal cosa en mi cerebro gracias a los juegos de Final Fantasy, los diálogos de Caballeros del Zodiaco y las tramas de los comics de Vértigo.
LPN: Tienes tres libros con premios literarios nacionales, ¿cómo fueron estas experiencias? ¿Qué recomendarías a los autores que van iniciando y que se interesan en los concursos?
GRL: Que manden su trabajo a todos lados. Las principales herramientas de un escritor: Microsoft Word, sobres manila, masking tape y una papelería donde fotocopien y engargolen barato. Hay un problema: las instituciones convocantes te agarran a billetazos y comes paninis por unos meses pero el libro queda flotando, nadie lo publica o es escasamente distribuido. Gracias a dios existen editoriales como Paraíso Perdido que da la cara por los pobres libros huérfanos ganadores de certámenes. Lo que hicieron en los Bellas Artes del año pasado me pareció brillante: pusieron a concurso entre varias editoriales los libros ganadores. En todo caso nunca olvidar las palabras de Chayo Castellanos: todo premio literario es una corona fúnebre en la tumba de un autor.
LPN: En La felicidad de los perros del terremoto, la mayor parte de lo narrado tiene un toque de absurdo, ¿cómo surge la idea del libro? Y, ¿de dónde sale el titulo?
GRL: Esta es mi cuarta novela. Lo que le pasa a Biuti Full, mi personaje, le pasó a Pitbull en la vida real, tuvo que ir a Alaska por una promoción publicitaria que le salió mal a Walmart. Cuando supe del caso dije: aquí hay cuento, pero alargué la anécdota y me dio para novela. El título tiene que ver con algo que vi en un noticiero: a los perros rescatistas, para que no se depriman por oler tanta muerte y escombros, les suelen poner placebos; alguien vivo se recuesta por ahí y el perrito lo enucentra. Mis dos personajes están igual, entre ruinas, anhelando una mentira que les permita seguir adelante o al menos menear el rabo.
LPN: ¿En qué momento dejaste que lo ridículo, en algunas ocasiones, del mundo de la publicidad y de la imagen se colara dentro de la novela? Por ejemplo, el personaje de Sergio ‘Promo’, que tendría que ser el creador de todas esas promociones que seguíamos siendo niños.
GRL: He trabajado durante 19 años en 11 agencias de publicidad, de alguna manera conozco el oficio. Pasan cosas muy delirantes en las salas de juntas. Caramba: hay marcas que invierten millones de pesos en anunciar que cambiaron el empaque de sus cacahuates japoneses. A nadie le importa si un yogurt tiene tal o cual envase. Nadie se pregunta en la noche: ¿me pregunto cómo se anunciará ahora Sal de Uvas Picot? Vamos a quedar como una especie muy degenerada cuando los extraterrestres bajen a la Tierra y el único vestigio de nuestra presencia sean los anuncios espectaculares en el cielo.
LPN: Al leer no dejaba de pensar en esta serie de Showtime, que es Atlanta. La serie es dirigida y escrita por Donald Glover, y es una serie satírica sobre un rapero y su primo que es su manager. ¿Has visto la serie, influyó en algo?
GRL: Qué extraordinaria serie. El capítulo en la temporada 1 del condón lleno de chis es alta literatura, Salinger pudo haberlo escrito. La temporada dos se volvió más desopilante, más compleja. Sí. La disfruté pero muchos años después de haber escrito La Felicidad…
LPN: ¿Qué lecturas estuvieron alrededor de la escritura de La felicidad de los perros del terremoto?
GRL: Mi valeroso Soldado Sveij,Torri, Stendhal, Asturias, Dorothy Parker, O´Connor, Ibargüengoitia, el cine de Angelópoulos, el de Haneke. La comedia de Eric André y de Miguel Noguera, prohombres ambos.
LPN: Hablemos del internet. En la novela muchos personajes actúan a través del mismo ciberespacio, como aquellos que organizan la conjura para que Biuti Full vaya a Alaska. ¿No convertimos en otras personas al entrar a las redes?
GRL: Internet es una vía pública sin límites preclaros. En internet está la información pero no el conocimiento. ¿Nos tocará elegir a un presidente del internet? Las implicaciones a futuro de tener redes sociales serán insospechadas. Tengo en mi IG más fotos que Kim Kardashian. A ver en qué acaba todo esto. A ver cómo seremos recordados.
LPN: Todos los personajes tienen aficiones superficiales (igual que todas las personas), pero en sus novelas sus conflictos giran en torno a cosas mucho más complejas. El asunto, por ejemplo, de Luis Pastrana con su hijo muerto o de Biuti Full con sentir que nada del mundo que lo rodea lo satisface. ¿Crees que, a veces, la constante conexión nos distraiga de estos mundos interiores?
GRL: Creo que, como dice Flannery O´Connor, todo lo humorístico tiene que tratar asuntos de vida o muerte. Al final creo que sí conseguí narrar en esta novela la historia que estaba en mi corazón, cerebro y estómago: la completa derrota del mundo masculino actual, el abismo de la paternidad, la insatisfacción imperante en un siglo enfermo.
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