La tregua concedida a los viejos narcos

El gobierno federal tiene en su mira al reo evadido “más famoso y buscado”, así como a su organización criminal, pero mientras tanto, los otros líderes del narcotráfico sinaloense se mantienen en el bajo perfil, sin ser molestados, al menos por el tiempo en que esté de moda “el más buscado”.

Por Martín Durán

Culiacán,Sin.-Mientras las fuerzas federales encabezadas por la Secretaría de Marina como punta de lanza mantienen bajo acoso permanente al fugitivo “más buscado del mundo” y a los miembros de su organización criminal, el resto de los jefes del narcotráfico en Sinaloa fueron beneficiados por una tregua que les permite recomponerse, escabullirse y operar con más libertad.

Para esta afirmación hay datos duros, pues el pasado 9 de noviembre la Procuraduría General de la República filtró un documento a un diario de circulación nacional que solo sitúa a los hombres más cercanos al Chapo Guzmán como los objetivos principales de esta cacería que en Sinaloa y Durango cumple más de un mes, con operativos que han arrojado cruentos saldos, desde los desplazados de Tamazula, hasta cateos, detenciones, persecuciones y enfrentamientos.

Del documento quedan fuera por el momento varones de la droga como Ismael “el Mayo” Zambada, jefe también de una estructura considerable en la red criminal del cártel de Sinaloa; Rafael Caro Quintero, a quien la DEA y la Semar lo han rastreado con drones y aeronaves no tripuladas por la región serrana de Badiraguato, y a Fausto Isidro Meza Flores, quien desde por lo menos agosto de 2014 se ha esfumado de los relectores.

Los miembros de estos tres grupos delincuenciales permanecen intocables a los recientes operativos militares en territorio duranguense y sinaloense.

Según la lista del Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información para el Combate a la Delincuencia, es Joaquín Archivaldo Guzmán Loera la cabeza del grupo, pero tiene como sus operadores principales en Jalisco y Sinaloa a sus hijos Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar.

“Los Chapitos”, como se les conoce, tienen a su mando gran parte de la estructura criminal, sobre todo el mayor, Iván Archivaldo, quien también coordina los anillos de seguridad en Culiacán. A los dos, la Marina también les ha dado persecución pero hasta ahora los vástagos del primer matrimonio del Chapo han librado las redadas.

Luego de ellos, el CENAPI ubica al hermano del capo, Aureliano Guzmán Loera, alias “El Guano”, quien controla toda la zona serrana de Badiraguato así como el trasiego de mariguana y goma de opio; además, por primera vez la PGR relaciona con las actividades criminales de su padre a Ovidio Guzmán López, hijo de doña Griselda López Pérez, el segundo matrimonio del capo.

Otro de los nombres en la lista es Dámaso López Núñez, alias El Licenciado, el ex judicial y ex ministerio público originario de la sindicatura de Eldorado. El Licenciado junto con su hijo Dámaso López Serrano, el Mini Lic, mantienen una cruenta guerra por el control del narcomenudeo en La Paz, Baja California.

En la región de Durango se encuentra también José Luis Cabrera Sarabia, el último de los hermanos socios de Guzmán Loera que controlan una importante zona de ese estado.

Los Cabrera fueron señalados de cooptar a las autoridades estatales, federales y municipales en Durango con la finalidad de permitir facilidades al cártel de Sinaloa y a los clanes asociados.

Dos de los Cabrera, Felipe y Alejandro, fueron detenidos por elementos del Ejército en Culiacán en los años 2011 y 2013, respectivamente. Felipe Cabrera Sarabia es uno de los coacusados del Chapo y su hijo Alfredo Guzmán en el proceso que le siguen a los capos en la Corte para el Distrito Norte de Chicago, Ilinois, Estados Unidos.

El documento del CENAPI también señala como objetivos a Juan José Esparragoza Monzón, El Negro, hijo de “El Azul”, y esposo de Gloria Beltrán Leyva, la menor de las hermanas del grupo que encabezaban Arturo, Alfredo y Héctor Beltrán Leyva.

De hecho, para la PGR y la DEA Juan José Esparragoza Moreno no está en calidad de muerto, sino aparece como activo, en tanto no se confirme de manera oficial su deceso.

Tregua pactada, descanso al Mayo

Aunque uno de los capos sinaloenses más golpeados en su estructura es Ismael “El Mayo” Zambada, desde que detuvieron al primero de sus hijos, Vicente Zambada Niebla, El Vicentillo, en marzo de 2009; luego le siguieron arrestos casi simultáneos e importantes de Serafín Zambada Ortiz y de José Rodrigo Aréchiga, así como la caída en acción de Gonzalo Inzunza Inzunza, El Macho Prieto, (la PGR todavía no acredita su muerte), el grupo que comanda el Mayo salió avante.

Considerado por la PGR como conciliador, calculador y frío, el último mazazo asestado a su clan fue la detención de Ismael Zambada Imperial, El Mayito Gordo, ocurrida el 12 de noviembre de 2014 en su poblado natal El Ranchito de los Burgos, sindicatura de El Salado.

A fines de noviembre del año pasado, con el Chapo tras las rejas, con un Rafael Caro Quintero perdido en los meandros oscuros de la sierra, los operativos de la Marina se circunscribieron a lo que la Agencia Antidrogas de Estados Unidos llamó “operación Narco Polo”, derivada en parte gracias a decenas de arrestos en California a través de los socios y compradores del cártel de Sinaloa.

Con los socios americanos haciendo tratos a diestra y siniestra con la DEA y los fiscales para lograr sentencias cómodas, también el Vicentillo Zambada logró un acuerdo que lo libró de la cadena perpetua.

En audiencias en privado en la Corte de Distrito Norte de Chicago, el Vicentillo se declaró culpable el 3 de abril de 2013 de parte de los cargos de la acusación original.

Sin embargo, su sentencia no fue pública, pero a través de un comunicado emitido un año después, en marzo de 2014, el Departamento de Justicia confirmó que Zambada Niebla estaba colaborando con el gobierno estadounidense. No dijo cómo ni ofreció más detalles. Su caso judicial en la Corte ya estaba concluido. Una revisión rápida al sistema carcelario gringo arrojó que no se encontraba en ninguna prisión federal ni estatal.

Las especulaciones de los acuerdos que habría hecho el hijo del Mayo se desataron en Culiacán: “¿Estaba libre?”, “¿Le dieron otra identidad?” “¿Soltaría la información en torno a las actividades de los clanes sinaloenses?”.

Lo mismo hicieron otros personajes como el Chino Ántrax y Serafín Zambada. Los fiscales reunieron suficientes testimonios con otros allegados del cártel para enjuiciar al Mayito Gordo y al segundo de Los Ántrax, Rafael Guadalupe Félix Núñez, el Changuito Ántrax.

Actualmente ambos se encuentran en proceso de extradición hacia la Corte de Distrito de San Diego, uno permanece encerrado en el Centro de Readaptación Social Número 2 Occidente, en Jalisco, y el otro en el Centro Estatal de las Consecuencias Jurídicas del Delito de Culiacán.

Con todos estos elementos, la persecución en contra del clan Zambada se apagó en diciembre de 2014, luego del arresto de uno de sus principales operadores, Alfonso Limón Sánchez, el Poncho o el Chubas. Originario de Badiraguato, era de los pocos con los que el Mayo podía sentarse a la mesa como iguales.

A pesar de que un mes después, en enero de 2015, la Fiscalía de San Diego y la DEA revelaron una serie de nuevas acusaciones contra el Mayo y sus hijos (ahí se supo oficialmente de otro de sus herederos, Ismael Zambada Sicarios, El Mayito Flaco) las redadas de la Marina, la PGR, el Ejército y la Policía Federal ya no tocaron a la gente de los Zambada.

El Valle de San Lorenzo, cercano a la sindicatura de El Salado, Quilá, Eldorado y Costa Rica, zona vigilada por una amplia red de halcones, poco fue surcado por los helicópteros de la Armada de México desde entonces.

En su casi 40 años dedicados a las actividades del narcotráfico, el Mayo Zambada ha permanecido intocable. A diferencia del Chapo y de otros, lo más poderosos, nunca ha pisado la cárcel a pesar que recaen sobre él una docena de órdenes de presentación ante cortes estadounidenses y tribunales mexicanos.

Por conciliador, también se sabe que el Mayo es diplomático y político. Su figura gravitó en el mundo de la política en Sinaloa en las elecciones de 2010 debido a su compadrazgo con el entonces candidato del Partido Revolucionario Institucional, Jesús Vizcarra Calderón. De hecho, con cada elección en el estado, su nombre retorna como un especie de tótem del narco.

Drones para Caro

Alejados los operativos del clan Zambada, pronto la Marina comenzó de nuevo el rastreo de Rafael Caro Quintero, ex líder del cártel de Sinaloa, quien cuenta con una orden de reaprehensión por el asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar.

En Badiraguato, los pobladores contaban hace apenas unos meses, entre abril y junio, que Caro Quintero se movía en la región del Triángulo Dorado con un par de fieles guardaespaldas.

El primer operativo en su contra fue en marzo de 2014, pero para mayo, junio y agosto de 2015, las redadas de la Secretaría de Marina en poblados badiraguatenses provocaron una serie de quejas de parte de la comunidad civil, que sufrió las consecuencias de ser coterráneo del viejo capo.

Las operaciones se concentraron en comunidades como Las Juntas, Los Placeres, Babunica, La Noria (pueblo natal de los Caro), El Barrio de Guanajuato y, más arriba, en El Saucito y San Javier.

Habitantes de Las Juntas entrevistados señalaron en junio pasado que los marinos llevaban una lista de supuestos cómplices de Caro Quintero, en la que figuraban los nombres de algunos familiares.

Además, varios testimonios recogidos advierten de la presencia de drones que sobrevuelan los cielos badiraguatenses mapeando brecha por brecha, casa por casa. Los marinos incluso llevaban consigo los nombres de los moradores de cada domicilio desperdigado en los cerros.

La última incursión naval ocurrió el 14 de agosto pasado, cuando los helicópteros y las rápidas de la Marina llegaron al Barrio de Guanajuato, localizado a un costado de la carretera Badiraguato-Tameapa.

Los pobladores reportaron abusos, cateos ilegales y daños físicos a sus viviendas debido al rotor de los helicópteros. Los infantes de marina eran directos al decir que buscaban a Rafael Caro Quintero, aunque ningún poblador declaró que lo hubiesen visto por esos lares.

En Tamazula, Durango, por el rumbo de la comunidad de Topiba, Acachuane y Los Medios, también los marinos realizaron un despliegue a fines de junio que terminó con la vida de dos jóvenes estudiantes, a los que los elementos señalaron de portar armas de fuego. El caso todavía se encuentra bajo investigación en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

El Chapito Isidro

Otro de los capos, líder del grupo criminal contrario a Caro y Zambada, también se esfumó y desde julio de 2014 pocas veces se ha sabido de despliegues en la zona de Guasave, Ahome y Sinaloa de Leyva.

En aquella ocasión, la incursión de los infantes de la Marina dejó como saldo en Guasave y Sinaloa municipio al menos 12 integrantes del grupo criminal comandado por Fausto Isidro Meza Flores, El Chapo Isidro.

Las acciones realizadas por las fuerzas castrenses comenzaron el 10 de agosto en El Aguajito, sindicatura de Estación Naranjo, en donde fueron abatidos tres hombres. Fueron identificados por la Procuraduría General de Justicia del Estado como Isidro Gastélum Luque, El Dos Letras; Martín Apodaca, El 32, y Miguel Ángel Pacheco Samaniego, El Pecas. Los tres formaban parte del círculo compacto del Chapito Isidro.

Al siguiente día, en la comunidad de Playa Segunda, también sindicatura de Estación Naranjo, dieron muerte en un enfrentamiento a Juan Carlos Camargo Rosas, El Güero Jaleas.

En el Ranchito de Yánez el saldo fue de ocho presuntos gatilleros muertos.

Las acciones de las fuerzas de seguridad continuaron en la región de Sinaloa y Guasave. Mientras la Marina peinó sin resultados las comunidades de los altos, el Ejército se dedicó a poner filtros en algunos entronques de la carretera México 15 –como la Calle 19, que comunica hasta Ocoroni- y Cuatro Caminos, que lleva a Sinaloa de Leyva, vía Estación Bamoa.

La información que se logró obtener de esta incursión de la institución naval fue que Meza Flores logró escapar gracias a su guardia personal que se abrió paso a través de la ignota sierra de Sinaloa municipio a sangre y fuego.

Versiones militares señalan que al Chapito Isidro fue perseguido en la región montañosa y agreste, y donde pocas veces los medios de comunicación obtienen información sobre los acontecimientos.

En Guasave, desde entonces, se corrió la especie de que el Chapito Isidro había puesto tierra de por medio, y había salido fuera de Sinaloa, sin embargo, las versiones contradictorias abundaron.

Lo cierto es que tras estos hechos, la figura del Chapito se fue desvaneciendo al grado de que es otro de los líderes criminales que ya no ocupan la atención del gobierno federal y de Estados Unidos.

Isidro Meza, de 33 años, originario de Bamoa, Guasave, se ha convertido en uno de los últimos herederos del clan de los hermanos Beltrán Leyva; mientras Alfredo Beltrán Leyva, El Mochomo, estuvo en México, y Héctor en libertad, el Chapito le rendía cuentas a ellos, como se señala en diversos expedientes judiciales tanto de Estados Unidos como de Sinaloa.

Publicado en www.deprimera.com

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

* Copy This Password *

* Type Or Paste Password Here *

Share via
Copy link
Powered by Social Snap