Por Vania Rivas
¿Qué es desaparecer? le pregunta un chico a su madre. Es lo opuesto al olvido, es un ser que ya no está, una maldición, un dolor de cuerpo. Tu padre me duele sobre todos los recuerdos. Y para nosotros el olvido es la única bendición, pero para ello hay que morirse primero, le contesta su madre.
El olvido, la muerte, el abuso a las infancias y el despertar sexual son los temas que dan la esencia a los cuentos del primer libro de Muamar Kadafy: Detrás de quién va todo el verano. Este fue recientemente publicado por el Instituto Sinaloense de Cultura, en su colección Serie Ex Libris.
Muamar Kadafy (Guasave, 1989) se recibió de la carrera de Químico Farmacéutico Biólogo en la Universidad Autónoma de Sinaloa en 2013. En 2017 asistió al Diplomado en Creación y Apreciación literaria coordinado por el Instituto de Sinaloense de Cultura. En 2020 terminó el Máster «Historia de la Ciencia: Ciencia, Historia y Humanidad» en la Universidad Autónoma de Barcelona. Algunos textos suyos han sido publicados en diversas antologías.
Vania Rivas: Platícanos de ti. ¿Quién es Muamar Kadafy?
Muamar Kadafy: Soy escritor desde los 12 años. Me titulé como químico farmacobiólogo a los 24, y de un máster en historia de la ciencia a los 31. Recientemente publiqué mi primer libro de cuentos. Soy de Guasave. Siempre digo que soy escritor, aunque me mantengo de otras cosas.
Vania Rivas: Comenzaste en el mundo de la literatura a una edad temprana. ¿Cómo fue tu primer acercamiento?
Recuerdo que mi hermano mayor, Juan Luis, me recomendó el libro Martes con mi viejo profesor de Mitch Albom, y La fuerza de Sheccid de Carlos Cuauhtémoc Sánchez. Ahí le agarré el gusto a la lectura. Después de eso comencé a escribir y le mostraba los textos a mi maestro, Armando Osako, quien me los publicaba en el periódico mural, yo creo que ese apoyo hizo que se volviera un gusto permanente eso de escribir y leer.
Vania Rivas: Me parece interesante que a pesar de tener una licenciatura en química y un master en historia de la ciencia, te presentes como un escritor antes que cualquier otra cosa. ¿Qué significa para ti?
Prácticamente he escrito toda mi vida, es una de las pocas cosas que me llena completamente. Es una sensación de plenitud terminar un texto y por suerte casi siempre me gusta lo que escribo, aunque en los talleres me digan que tengo que tirarlo todo y comenzar de nuevo. Eso nunca me ha molestado ni me ha quitado el gusto por escribir. Creo que escribir es mi identidad, cuando menos he tenido formas de expresarme siempre termino escribiendo, o imaginando textos que podrían resultar. Es casi mi primer reflejo, querer escribir de lo que me pasa. Y antes que nada quise ser escritor, pero con eso de que con la literatura no se puede vivir, o eso creía en la preparatoria. Por eso me metí a química, aunque tampoco es que se viva bien de químico. Y el máster de historia lo escogí porque sentía que me iba a dar mucho recurso para escribir, de hecho, el cuento “Miasmas” es una teoría que vimos en el máster.
Vania Rivas: En el cuento que mencionas, se tocan temas como la muerte y el olvido. Temas recurrentes en tus cuentos.
Son dos temas con los que tuve mi obsesión, la muerte es algo que está presente desde que tengo 3 años, de hecho, mi primer recuerdo es el funeral de mi padre a esa edad. Después de eso la muerte y los asesinatos siempre los he visto como muy de cercas, incluso mucho tiempo tenía como bien claro que me iba a morir a los 40 años. También ayudó eso de trabajar en la SEMEFO en Culiacán en 2018. Trabajé creo que 6 meses. Y con el olvido creo que a los 28 años comencé a olvidar más de la cuenta. Esa obsesión sigue vigente. Un día olvidé como se escribe la palabra conexión, y muchas otras.
Vania Rivas: Me queda presente que el personaje principal dice que el olvido duele, y la madre le contesta que solo a los que desaparecen, que para los que se quedan el olvido es una bendición, pero para eso hay que morirse primero.
Ese cuento es muy personal, los personajes están inspirados en mi mamá y en mí. Aunque mi papá no desapareció. Mi madre siempre nos inculcó a recordar a los muertos, sin decirlo, desde que tengo memoria nos habló de mi padre sin descanso, como si tuviera miedo a que no lo quisiéramos o nos olvidáramos de él. Todo fue como muy íntimo. El cuento nace de la pregunta que es el olvido. Es como que te digo, se mezclan muchas cosas. También en la SEMEFO pensaba en las personas que nadie llegaba a reconocer, y quedaban envueltos en plásticos blancos. Y a pesar de no ser reconocidos yo no podía olvidarme de sus caras.
Vania Rivas: La violencia es el tema central de tus cuentos. ¿Por qué enfocarte en el abuso infantil?
Bueno, siento que tal vez se entienda mal o se puede dar por entendido que yo he sufrido de abuso sexual, pero no es así, no quiero apropiarme de un problema así y hacerme pasar por víctima. Escribo sobre esto porque a lo largo de mi vida, en mi rancho primero, lo he visto por todo el país: el abuso sexual de menores era algo que ocurría mucho aquí en el rancho, siempre supimos que había dos o tres señores de los que teníamos que cuidarnos, o morros más grandes que nosotros, incluso una vez dejamos a un amigo solo con dos morros mayores porque nos corrieron de donde estábamos y violaron a uno de nuestro grupo. Aunque escribir sobre esto no era mi primera opción. Bueno, la verdad es que cuando yo comencé a asistir a los talleres literarios quería escribir historias de amor y de superhéroes, sentía que tenía mucha imaginación y estaba buscando escribir una novela novedosa, con giros argumentales impredecibles. De hecho, en ese tiempo aborrecía todo lo que tuviera que ver con la cultura buchona, no me gustaba escuchar corridos, ni ver películas o series en las que se mostrara una versión, aunque a veces cruel, empoderada o venerada o benévola, una imagen endiosada, mitificada, engrandecida. De hecho, cuando me enteré de que había un buen escritor sinaloense que se había hecho famoso a pura narconovela me pareció ofensivo, sentía que bastantes cosas nos robaban ya los narcos como para también dedicarles la literatura. Y poco a poco, gracias a Eduardo Ruiz Sosa, el tallerista, y a mis compañeros fui cambiando mis temas de interés. Y pues ya en los talleres comencé a leer del tema y en una búsqueda de notas periodísticas, reportajes, documentales, me encontré con una investigación que se realizó en Acapulco, en el que se mencionaba que México era el número uno en tráfico de niños. En la investigación se narraban un montón de casos de niños que contaban sus historias y lo que hacían por 200 o 300 pesos. Y eso me llevó a cambiar de tema. Además, ya sabía de varios casos que ocurrieron en mi pueblo y que nunca se denunciaron, casos que todo el mundo conocía pero que nadie estaba dispuesto a enfrentar. Las historias del libro están basadas en 6 historias reales.
Vania Rivas: En tus cuentos los personajes principales son mujeres, ¿por qué decides otorgarles una voz en tu obra?
Las escribí como un reclamo, cada personaje abusado es una víctima de su contexto, y a veces el interés por resolver el problema es nulo.
Vania Rivas: Buscas hacer el problema visible. Después de la publicación del libro ¿Cuáles son tus planes a futuro?
Ahora mismo tengo un proyecto de novela que habla sobre tres grandes temas que son como plagas: la pobreza, el narco y el machismo. Permiten que la violencia se origine, se perpetúe y evolucione en la sociedad. Abordará los asesinatos de 6 personas. El feminicidio también es uno de los temas que estará presente. Tengo un año escribiendo esta novela. También tengo otro proyecto que habla de grupos minoritarios que sería novela, pero será para más adelante.
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