“El Jaguar”, la mutación de un policía a sicario

Habían transcurrido 11 días del fallecimiento de doña Aurora Fuentes López, madre de los líderes del cártel de Juárez, cuando el Ejército abatió al ex comandante Germán Ceniceros Ibarra, un hombre que se convirtió en uno de los sicarios más temibles de Navolato y en la “bestia negra” de la familia Carrillo. La historia de ambos se cruzó para siempre un 27 de octubre de 2008 con la desaparición de José Cruz, el hermano menor de Amado y Vicente; más de cinco años después, “el Jaguar” fue cazado de la forma más predecible en el mundo del narco: en un enfrentamiento con el Ejército.

Culiacán, Sin.-La transformación del ex coordinador de la Policía Municipal de Navolato Germán Ceniceros Ibarra en sicario sobrevino después de la muerte del hijo menor de doña Aurora Fuentes López, José Cruz Carrillo Fuentes, en la época en que sobre el municipio cañero comenzaba una cruenta guerra entre la gente Joaquín “el Chapo” Guzmán y los Carrillo Fuentes.

Entonces, el jefe policiaco había escalado por varios puestos en la corporación policiaca durante los 14 años que tenía de servicio, pero guiar a aquel supuesto comando del Ejército hasta la casa de José Cruz, le marcó el destino.

No sólo a él, también a su hermano Andrés Ceniceros Ibarra, agente municipal. A los dos, la familia Carrillo Fuentes los señaló de participar junto con los presuntos militares en el “levantón” del hermano del Viceroy, actual jefe del cártel de Juárez.

De policía a sicario

Los Ceniceros Ibarra eran policías conocidos en su municipio, oriundos de la sindicatura de Bachimeto. Como coordinador operativo, Germán daba entrevistas a los reporteros y participaba en eventos de entrega de equipo policial a los agentes.

Pero haber sido acusado de entregar a José Cruz a una muerte segura, de un día para otro simplemente desapareció, cargó con todo y familia y su casa en la comunidad de Lo de Reyes fue abandonada.

El 28 de octubre de 2008, en la madrugada, el cuerpo de un hombre calcinado apareció en las inmediaciones del Piggy Back, al sur de Culiacán. Trasladado al Servicio Médico Forense, unas horas después un comando irrumpió en las planchas del Semefo y se llevó el cadáver.

Entonces no se sabía que era José Cruz. A los días, doña Aurora y sus hijas Berthila y Alicia interpusieron una queja ante la Comisión de la Defensa de los Derechos Humanos, que preside Leonel Aguirre Meza, en contra del Ejército, por la privación ilegal de la libertad del joven.

Mientras las mujeres Carrillo Fuentes peregrinaban a la PGR, Sedena y cárceles en la búsqueda de José Cruz, a quien la familia consideraba un muchacho tranquilo, desempleado, y que no estaba relacionado con las actividades de sus hermanos mayores, comandos anónimos rastreaban a los Ceniceros Ibarra.

Una mañana de principios de noviembre, un grupo de sicarios detuvo a los agentes de una patrulla municipal en las inmediaciones de San Pedro. Era la móvil que siempre traía el comandante Germán a su disposición, pero esa vez no iba en ella. Tras interrogar a los policías y golpearlos, los sicarios descubrieron que el jefe policiaco había salido huyendo de Navolato. Su cabeza tenía precio.

Fue la época en que los crímenes de alto impacto comenzaron a asolar a Navolato. El 4 de noviembre, el alcalde Fernando García sufrió un atentado en donde murieron tres de sus colaboradores. Él apenas sobrevivió.

Los fallecidos fueron Andrés Carrillo y César Villaescusa Gastélum, ambos regidores, y el padre de César, don César Villaescusa Urquiza, miembros de una prominente familia de agricultores de Navolato.

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La denuncia

Un mes después, en diciembre, doña Aurora y sus hijas acudieron a los medios de comunicación, y denunciaron la desaparición de José Cruz a manos del Ejército.

Dieron detalles del levantón. Ocurrió la tarde del 27 de octubre de ese año, en la casa del joven, en la colonia Centro del municipio. Informaron que decenas de militares llegaron guiados por Germán y Andrés, que iban en la patrulla policiaca.

Los supuestos soldados hasta detuvieron el tráfico por varios minutos mientras entraban a la casa donde estaba la esposa de José Cruz.

“No te preocupes, vuelvo enseguida”, le dijo el joven a su mujer cuando acompañó a los militares, pero ya no lo volvió a ver.

Tras la denuncia pública, el procurador de la República, Eduardo Medina Mora, reveló que el cadáver hurtado del Semefo de Culiacán siempre se trató de José Cruz Carrillo. La violencia sobre Navolato se convirtió en un infierno.

Dos años de infierno

Navolato llegó a ser el municipio más violento a nivel nacional. Entre narcomenudistas y sicarios que caían como moscas en el furor de las balas, los policías también aportaron su cuota de sangre.

En 2009  casi una veintena de policías municipales fueron asesinados, entre ellos la comandante Laura Sauceda Osuna, quien al desatarse la cacería contra agentes predijo su muerte una mañana del verano de ese año, y pidió a los reporteros no exhibir en los periódicos su cuerpo perforado por las balas.

“A usted no le va a pasar nada”, le dijo entonces un periodista, pero ella aceptó con resignación su muerte, y la preparó de tal forma, que hasta pidió que no le hicieran homenaje. “Los homenajes son en vida”, solía decir.

Los policías que no fueron alcanzados por la venganza, renunciaron a la corporación. Los que se quedaron tuvieron que soportar el 2010 con otro infierno a cuestas.

Tan sólo a mitad de ese año fueron asesinados 10 policías, y 50 más pidieron su renuncia. La desbandada continúo a fin de año.

No se sabía nada de Germán Ceniceros, hasta que la mañana de 12 de julio de 2010 fue encontrado el cadáver de agente José Luis Luna Corrales, torturado y muerto a tiros, en un predio de la sindicatura de Pericos.

Junto al cuerpo los ejecutores dejaron un mensaje: “Dónde estás, Germán, y otros que faltan”. No se tenía qué preguntar a quién se hacía referencia.

Surge el Jaguar

A partir de aquel momento, la especie de que Germán Ceniceros se había convertido en un temible jefe de sicarios corrió por doquier. Le llamaban el “Jaguar”, y se paseaba por las sindicaturas de Villa Juárez y San Pedro, y se hablaba que tenía guaridas cerca del campo pesquero de Las Puentes, rumbo a la costa.

En octubre de 2010, hombres armados secuestraron a Miguel Ángel Castillo Carrillo, sobrino de Vicente Carrillo, del puesto de pinturas de su madre, Luz Berthila, en el sector Centro de Navolato.

Días después fueron desplegadas varias narcomantas señalando al ex comandante de ser el autor de la privación de la libertad del adolescente.

Ya era un hecho que Germán estaba trabajando bajo las órdenes de Dámaso López Núñez, el Licenciado, y su zona de operación era Eldorado y varias sindicaturas de Navolato.

Con el paso de los meses, al ex jefe policiaco se le vinculó con asesinatos de policías y de hombres de los Carrillo, replegados por la guerra por la que atravesaba Ciudad Juárez, bastión de Vicente Carrillo, quien pareciera un fantasma pues las autoridades pocas veces lo nombran.

La cacería del Jaguar

Tan pronto como cayó abatido por el Ejército en La Sinaloa, el viernes 28 de marzo, en compañía de tres de sus secuaces, en Navolato corre la versión de que fue el general Eduardo Emilio Zárate Landeros, comandante de la Tercera Región Militar, quien inició la cacería del “Jaguar”.

Zárate Landeros estuvo al frente de 2010 a 2012 de la Quinta Zona Militar, con sede en Chihuahua, último reducto del cártel de Juárez comandado por el Viceroy.

Y mientras la PGR consignaba al juez federal a dos policías detenidos tras la balacera de La Sinaloa, en donde murió Germán conduciendo una camioneta Hummer color negra, en el Guamuchilito terminaban con los novenarios de doña Aurora, fallecida en las vísperas por un mal del corazón.

La Pared

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