La captura del Fantasma y el retorno de Pastrana

De héroes y villanos

La reciente captura del hombre que es más conocido por su apodo que se difumina que por su verdadero nombre, demuestra que cuando las Fuerzas Castrenses tienen un claro objetivo buscan hasta debajo de las piedras.

Al “Fantasma” ya le seguían los pasos desde hacía más de 11 meses, tras el enfrentamiento ocurrido en Oso Viejo, Quilá, donde la Marina abatió a un joven que confundieron con este personaje.

Pero no es sobre el historial, que a momentos se dice que fue miembro del Ejército y que otras veces policía, de lo que queremos hablar.

Lo que sale a relucir es que ahora sí la “inteligencia” del Ejército fue infalible. Un operativo quirúrgico, que no necesitó ni un disparo ni tanto aspaviento. Penetrar el cerco de halcones en Costa Rica en las camionetas llamada “rápidas” y luego los helicópteros descendiendo sobre el Centro de Barrio, ubicado a unos 150 metros de donde estaba el domicilio del “Fantasma”. Todo listo, sin contratiempos.

Por eso, a veces puede sorprender que las fuerzas federales que incluye a la Armada de México y a la Policía Federal, no den con personajes más prominentes como Joaquín Guzmán Loera o Ismael Zambada García. O por qué no, los recién fichados por la Oficina de Control de Bienes Extranjeros, la OFAC, Dámaso López Núñez y Fausto Isidro Meza Flores.

Podrán decir que no los encuentran, que son muy astutos para moverse, que son difíciles de encontrar, pero esto ya no puede ser pretexto, porque si algo han explorado los grupos especiales de la milicia en Sinaloa es el terreno, de la montaña hasta el valle y la costa, en donde por cierto han encontrado innumerables narcolaboratorios, fincas utilizadas como casas de seguridad, vehículos robados, entre otros. Encuentran de todo, menos a los narcos.

Entonces la falta de objetivos como los líderes del cártel de Sinaloa o de Chapo Isidro, alimentan la hipótesis que a veces el general Moisés Melo García, comandante de la Tercera Región Militar confirma: no se busca ni al “Chapo” Guzmán ni al “Mayo” ni a otros personajes importantes en la estructura de las organizaciones criminales que operan en el estado.

Por eso, desde hace años el gobierno mexicano obtiene de los cárteles cuotas. Detienen a segundones o a miembros que si bien son importantes, también la exhibición mediática así como el grado de violencia que manejan complican las actividades de alguna organización.

En ese sentido, puede verse la captura de Alfredo Beltrán Leyva, “el Mochomo”, Ovidio Limón Sánchez, Noel Salgueiro Nevárez, entre otros, que si bien no dejan de ser peces gordos, también eran en su momento cartuchos quemados, y que en imagen le sirve al gobierno mantener el escaparate atiborrado de chamba, de que se está combatiendo a los narcotraficantes.

Pero son unas por otras. Ahora le tocó el turno a “el Fantasma”, que ahora los medios han publicado que es Jonathan Salas Avilés, aunque éste sea el nombre del joven que murió en la balacera en Oso Viejo.

El turno anterior le había pertenecido a Manuel Torres Félix, “el Ondeado”, pero apenas son eslabones de una larga cadena. Por ahí siguen personajes extremadamente violentos como Gonzalo Inzunza Inzunza, “el Macho Prieto”, Rodrigo Aréchiga Gamboa, “el Chino Ántrax”, e Iván Gastélum Cruz, el Cholo, cuyos pasos son muy conocidos, ya que cada uno tiene como veinte corridos que exageran sus hazañas.

Por eso, la hipótesis planteada en este espacio es que los objetivos mayores no son detenidos por los arreglos sostenidos desde las esferas del poder, y que a cambio ellos ofrecen una cuota al dejar que se les detenga a uno de sus hombres útiles, pero que ya cayeron en desgracia.

Por ejemplo, en Costa Rica, “el Fantasma” en realidad no era el que mandaba, sino un personaje que hasta el momento ha pasado de bajo perfil y que sólo es conocido por su nombre de pila: Rolando. Cuando el Ejército, la Marina o la Policía Federal buscan, encuentran. Y eso es parte del imaginario colectivo en México.

Iniciativa UAS ¿atorada?

Ya suman más de dos semanas desde que fue llevada al Congreso, y la famosa iniciativa de reforma a la Ley Orgánica de la UAS, que permitiría la reelección del rector, sigue aparentemente atorada en la Comisión de Protocolo y Régimen Orgánico.

Hasta el viernes pasado, la Comisión encabezada por la diputada priista Irma Moreno Ovalles aún no emitía un dictamen legal para entrar a la Comisión de Puntos Constitucionales y de Gobernación, ya para correrla de manera ordinaria.

La información obtenida en los pasillos del Congreso del Estado es que de alguna manera la Comisión de Protocolo anda buscando la manera de no acreditarles la personalidad jurídica a los cuatro maestros de la UAS para desecharla. Sin ánimo de defenderlos, como sinaloenses la Constitución lo permite. Pero aquí es buscar un retruécano legal para darles para atrás.

No sabemos porqué. Nada más hay especulaciones en ese sentido. Se ha dicho que el presidente de la Junta de Coordinación Política, Cenovio Ruiz Zazueta no la quiere pasar. ¿Los motivos? Pues uno de los pocos que podría haber es que Héctor Melesio Cuen Ojeda manifestó públicamente su beneplácito hacia la precandidatura de Sergio Torres Félix, en estos momentos el rival de Cenovio.

Pero en realidad, en el Congreso los enjuagues se arreglan con cabildeo, con acuerdo políticos y concertaciones mágicas, que incluyen todo menos la intención de beneficiar al pueblo. Y es algo que todavía no van a hacer la gente de la UAS con los diputados.

El caso es que esta semana puede ser decisiva para este tema polémico. Ya salió a decir un columnista de El Debate que hoy lunes renuncia Jesús Madueña a la Secretaría del Ayuntamiento, y que él quiere ser el próximo rector. Veremos.

Flores para Julia Pastrana

Lo bueno es que con el regreso de Julia Pastrana a Sinaloa se quiere resarcir el daño que se le hizo a su dignidad como persona. Pero la cosa es que ya también  aquí en México se empezó a hacer negocio con ella. Florerías creando campañas vía redes sociales para vender flores… y un gobernador que también nos montará un espectáculo sobre la chica que un día del siglo XIX presumieron que era la más fea del mundo.

Martín Durán/La Pared

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