Su detención el 21 de enero del 2008 causó una fractura al seno del cártel de Sinaloa que a la postre resultó en un baño de sangre en el país; pero ahora, más de cinco años después, Alfredo Beltrán Leyva sigue pensando, dando una pelea legal que abarca una docena de amparos fallidos, una sentencia, y un tribunal colegiado que concluyó el año pasado que el juez de la causa no acreditó su culpabilidad en el delito de portación de armas, por lo que ordenó reponer todo el proceso… una escaramuza ganada.
Culiacán, Sin.-El 19 de mayo del 2011 el Juez Segundo de Distrito en Materia Penal de Jalisco emitió hasta hoy la única sentencia condenatoria en contra de Alfredo Beltrán Leyva, “el Mochomo”, quien era uno de los principales socios del cártel de Sinaloa junto con su hermano Arturo Beltrán Leyva.
De acuerdo con información rastreada en la Judicatura Federal, al “Mochomo” se le sentenció por el delito de portación de armas de fuego de uso exclusivo del Ejército y Fuerza Aérea, dictada en el toca 117/2011; sin embargo, en la información pública no se precisa el número de años que le dieron al presunto narcotraficante sinaloense.
Once meses más tarde, el 16 de abril del 2012, la defensa de Beltrán Leyva interpuso un juicio de garantías contra esta resolución, y fue así como el Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal del Tercer Circuito inició el expediente 161/2012. El acto reclamado era la “sentencia, resolución definitiva o laudo”.
Meses después, en octubre pasado, el tribunal encabezado por el magistrado José Félix Dávalos Dávalos revocó la sentencia recurrida, y además le concedió a Beltrán Leyva un amparo y le ordenó al juez de la causa reponer el procedimiento completo. Es decir, el proceso se tendría que realizar de nuevo.
En definitiva, los magistrados decidieron que las pruebas aportadas por la fiscalía federal eran insuficientes “para acreditar que el quejoso (el Mochomo) portó armas, dado que no se encontraba en el lugar, y los captores localizaron las armas en el vehículo propiedad de un codetenido”.

Lo cual quiere decir que para el tribunal colegiado, las armas encontradas por los soldados de fuerza élite estaban en posesión de uno de los otros tres detenidos en Culiacán.
La resolución fue acatada por el juez federal que llevó a cabo el proceso, y ello entreabre la puerta para que cada vez “el Mochomo” sienta más los aires de libertad, a cinco años de la ruptura con Joaquín “el Chapo” Guzmán y con Ismael “el Mayo” Zambada.
Y a diferencia de sus hermanos Arturo y Héctor Beltrán Leyva, Alfredo no cuenta con proceso federal abierto en Estados Unidos, por lo que de salir libre no estaría enfrentado a un proceso de extradición, como la mayoría de los narcos detenidos en los últimos años.
“El Barbas” tenía dos procesos abiertos en Estados Unidos: uno en una corte federal de Nueva York y otro más en la Corte del Distrito Este de Chicago, en donde aparecía junto con Manuel Fernandez Valencia, “el Animal”, como coacusado.
Héctor Beltrán tiene una cuenta pendiente en la corte de Nueva York, que le fincó cargos por narcotráfico.
Un magistrado en el ojo del huracán
José Félix Dávalos Dávalos, presidente del tribunal colegiado que falló a favor del “Mochomo”, ha sido blanco de varias polémicas en los últimos años, desde que dejó en libertad a cinco sospechosos que transportaban drogas hacia la frontera, hasta la tesis de jurisprudencia emitida por él y sus colegas para evitar que la PGR oculte la identidad de los testigos protegidos a los inculpados.
En julio del año pasado, el Consejo de Seguridad de Baja California le reclamó a Dávalos Dávalos el haber reclasificado el delito de transportación de droga por el de posesión, lo cual le dio ventaja a cinco detenidos de obtener su libertad mediante sentencias menos severas.
El semanario Zeta entrevistó al magistrado, quien argumentó que el Ministerio Público federal no logró acreditar el delito de transportación.
El 28 de noviembre del 2011, los magistrados del tribunal colegiado con sede en Guadalajara determinó una tesis de jurisprudencia para evitar que la PGR oculte la identidad de un testigo protegido que acuse a una persona.
Con ello, todo inculpado tendría derecho a saber la persona que lo acusa de un determinado delito, ya que ocultar la identidad atenta contra las garantías de llevar una adecuada defensa.
Según el diario La Jornada, los amparos de los que derivó dicha jurisprudencia fueron concedidos a lo largo de 2011 a José Ramón Dávila López, El Cholo, presunto sicario y fundador de Los Zetas, quien fue detenido en 2007; a Antonio Careaga Ramírez, ex director de Seguridad Pública de San Mateo Atenco, acusado de trabajar para La Familia y estar vinculado con la masacre de 24 personas en La Marquesa, en 2008; a José Jaime Camacho, supuesto integrante del cártel de los Beltrán Leyva; Pablo Gómez Solano, El Paguas, quien controlaba las operaciones de Los Zetas en Hidalgo, y Ramiro Hernández García, del cártel del Golfo, detenido en 2004 en Naucalpan con 2 millones de dólares y 160 kilos de cocaína.
El rotativo capitalino precisa que “en todos los casos, el tribunal ordenó reiniciar el juicio desde el momento previo al dictado del auto de formal prisión, pero revelando a los acusados quiénes fueron los testigos protegidos que declararon en su contra.”
Más amparos del Mochomo

Pero este no fue el único amparo que el menor de los Beltrán ha interpuesto. Según los datos obtenidos, al defensa de Alfredo ha intentado echar abajo uno y otra vez desde el 2008 los cargos que la Procuraduría General de la República le endilgó tras su captura ocurrida en una residencia de la colonia Burócrata, en Culiacán.
Uno de los expedientes que saltan debido a la extravagancia del acto reclamado, es el 834/2012 interpuesto contra las autoridades de los centros de readaptación social, y que señala que los encargados del Cefereso del Occidente, antes llamado Puente Grande, pedían a su esposa y familia acudir a la visita vestido de un absoluto amarillo.
Acto reclamado:
“Que la visita íntima y familiares que el señor Alfredo Beltrán Leyva recibe cada trece días naturales en el Cefereso número 2, a partir del 17 de septiembre de 2012 se verifique exclusiva e invariablemente con vestimenta o prendas de color amarillo, con la prevención de que en caso de no acatar esta medida no será permitido el acceso al interior del centro federal.”
La queja fue remitida a un juzgado administrativo, por no considerarle de índole penal el recurso de amparo.
La captura y la guerra
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Un par de meses después de la llegada del general Noé Sandoval Alcázar a la comandancia de la Novena Zona Militar, fue capturado Alfredo Beltrán Leyva en un domicilio de la avenida Juan de la Barrera, en la Burócrata.
Los Beltrán tenían infiltrados los servicios de inteligencia del Ejército en Sinaloa, por eso sabían de los movimientos del viejo general Rolando Eugenio Hidalgo Eddy, el mismo que había perdido sus batallas contra Joaquín “el Chapo” Guzmán.
Pero Sandoval Alcázar no era igual que Eddy. La madrugada del 21 de enero del 2008 un grupo de las Fuerzas Especiales del Ejército rodeó el inmueble de portones blancos y bardas electrificadas, que hasta hoy en día permanece en el abandono.
“El Mochomo” permanecía en el interior sólo con tres hombres que le brindaban seguridad personal. Se trata de Javier Hugo Urquiza Inzunza, Flavio Manuel Castro León y José Uistesingo Barraza.
En el cateo, el Ejército aseguró además 900 mil dólares, una camioneta BMW, 11 relojes finos, un fusil AK-47 y cuatro armas cortas.
Al mediodía de ese lunes 21 de enero, la Sedena entregó a la PGR a los cuatro detenidos, que más tarde fueron llevados al penal de Jalisco.
Desde entonces poco se ha sabido del proceso penal de Alfredo Beltrán, pero no de la guerra que despertó “el Barbas”. Una guerra que llevó a la fragmentación de la llamada Federación, que llevó a los Beltrán Leyva a una alianza con Los Zetas y el cártel de Juárez para formar un bloque, una maquinaria de matar, para hacer frente a las huestes del “Chapo” Guzmán y de Ismael “el Mayo” Zambada.
El resultado de todos es conocido: “el Barbas” fue abatido por la Armada de México 23 meses después de la detención de Alfredo, y el cártel de Sinaloa salió fortalecido al final del sexenio de Felipe Calderón. Y mientras tanto, “el Mochomo” sigue pensando…
Martín Durán/La Pared