Los golpes mediáticos de uno y otro lado han provocado revuelo en los medios, pero más allá de las narcomantas y volantes, de fotografías lanzadas desde helicópteros, de papeletas caídas de avionetas, la verdadera guerra entre el Ejército Mexicano y las huestes de Iván Gástélum Cruz o Jorge Iván Gastélum Ávila -su verdadero nombre sigue siendo un misterio-, ha sido en el teatro de operaciones de la Sedena, allá entre brechas, cerros y monte de la región del Évora y en Culiacán, en donde militares y sicarios han caído abatidos como moscas.
Culiacán, Sin.-Tras la muerte de María Susana Flores Gámez en noviembre del 2012, concursante de Nuestra Belleza Sinaloa, “el Cholo” fue cayendo en el laberinto del ostracismo al grado que fue retirado de la región del Évora, en donde Joaquín Guzmán Loera le había encomendado la tarea de contener al grupo encabezado por Fausto Isidro Meza Flores “el Chapo Isidro”.
Uno a uno, los enfrentamientos entre la gente del “Cholo” y el Ejército comenzaron a irritar a los mandos castrenses, ubicando al testaferro del cártel de Sinaloa como uno de los blancos a capturar. De repente, Iván se volvió prioridad para la Sedena, que lo buscó en Culiacán en los últimos meses, en donde estuvo “congelado” por los jefes.
Desde la muerte de la reina de belleza originaria de Guamúchil, que a la sazón era una de sus parejas sentimentales, “el Cholo” comenzó con un descontrol y con una vendetta personal contra el general Felipe Gurrola Ramírez, quien oficialmente estaba asignado al operativo Sierra Madre, pero que tiene a su mando comandos de las Fuerzas Especiales que le dieron cacería al jefe de sicarios por Mocorito, Guamúchil y Badiraguato.
En la víspera del Día de Reyes de 2013, varias comunidades del Évora amanecieron tapizadas por mantas dirigidas al gobernador Mario López Valdez:
“Señor gobernador, porqué no pide que se investigue la muerte de María Susana Flores Gámez, que la mataron los soldados nada más porque venían y cuentan con la orden de matarme a mí y no pudieron y al general Gurrola, él está con el Chapo Isidro. Investiguen bien a ese general que es pagado por el Chapo Isidro”, señalaba uno de los mensajes.
No era la primera vez que se acusaba por medio de mantas a un mando de la milicia de estar coludido con el narcotráfico. Unos y otros se señalan mutuamente de tener de su lado a las fuerzas castrenses.
Congelan al Cholo
Pero el encontronazo entre “el Cholo” y el Ejército se agudizó la segunda quincena de mayo pasado, cuando en las inmediaciones de la comunidad de Bacamacari, Mocorito, se suscitó una serie de enfrentamientos que aún hasta hoy siguen en el misterio, pues la Sedena nunca informó una versión oficial de los hechos, que supuestamente abarcaron varios días.
De acuerdo con las versiones recogidas por los medios de comunicación, todo comenzó la tarde del domingo 19 de mayo sobre un camino de terracería cercano al ejido Bacamacari.
Ahí, se dijo, un convoy del Ejército fue emboscado por hombres armados. En la refriega, el capitán Víctor Manuel Santiago Sánchez perdió la vida, y al menos tres soldados más resultaron lesionados, los cuales fueron trasladados vía aérea al hospital militar de Mazatlán.
Estos hechos ocurrieron dos días después de la balacera de La Vainilla, en donde se reportaron dos personas muertas a bordo de una camioneta baleada.
El general Moisés Melo García, al ser entrevistado, sólo se limitó a confirmar el enfrentamiento.
Poco a poco, la información sobre estos hechos comenzó a circular entre los pobladores de la región que fue escena de balaceras y operativos intensos de la milicia.
Se corrió la especie de la detención de personas y la muerte de más militares, pero esto nunca fue confirmado.
En Guamúchil, la PGR cateó domicilios en busca de personas, armas y drogas. Ya días antes había ocurrido otro enfrentamiento en la comunidad de La Vainilla, en donde quedaron dos cuerpos en una camioneta.
Por todos estos hechos, se supo más tarde, “el Cholo” fue congelado por los líderes del cártel de Sinaloa, y enviado a Culiacán al segundo anillo de seguridad del Chapo Guzmán.
Una semana después de los hechos en Bacamacari, helicópteros presuntamente de la Sedena sobrevolaron varias ciudades, entre ellas la capital, y soltaron volantes denunciando a Iván Gastélum, y pidiendo a la sociedad informar sobre su paradero.
Por eso, cuando ocurrió la balacera de la colonia El Vallado, se especuló que era un comando del “Cholo” el que se había enfrentado contra el Ejército.
También se corrió la especie que el jefe de sicarios estaba en el descontrol por el abuso de estupefacientes y alcohol.
La Sedena quería capturarlo. Era una prioridad, como lo fue Manuel Torres Félix, “el Ondeado” el año pasado, como lo fue Marcelino Ticante Castro, “el Fantasma”. Las bajas que le había provocado eran una afrenta que no se saldaba fácilmente, pero ya era tema olvidado cuando el pasado martes 26 de noviembre amanecieron colgadas decenas de mantas en Culiacán, Mocorito y Guamúchil reclamando justicia por la muerte de María Susana. Se cumplía un año del homicidio de la reina de belleza a manos de la milicia en Mocorito.
“General Gurrola, antier hizo un año que mataste a María Susana Flores que era inocente y todavía sigues, era inocente, todavía sigues matando gente inocente. Señor Secretario de la Defensa con todo respeto que se investigue a ese general que lo único que ha hecho es pisotear los derechos humanos y matar y golpear gente inocente, así como mató a María Susana Flores y muchos más; señor Presidente con mucho respeto investigue a ese general que no debería estar en el Ejèrcito sino en la cárcel Atentamente: El Cholo Ivàn”.
Hasta la fecha, una semana después, se desconoce si el general Felipe Gurrola sigue al mando de la tropa en Badiraguato. De nuevo, lo que prevaleció en el Ejército, fue un mutis prolongado.
Martín Durán/La Pared