“En la familia no criaron asesinos”

Desde la cárcel, Yesenia Armenta Graciano se sostiene: “cómo iba mandar matar a mi esposo si él me daba una vida estable, es cierto, era mal hablado y gruñón, pero nunca me puso una mano encima…”. El caso del homicidio de Jesús Alfredo Cuen Ojeda está en la etapa de desahogo de pruebas, las cuales asegura la inculpada, la Procuraduría no tienen ninguna contra ella salvo la confesión forzada que le “endilgó” el ministerio público.

 Penal de Aguaruto

-¿Usted cree que si tuvieran pruebas contra mí no me hubieran aplastado ya con todo su poder? –reflexiona Yesenia Armenta Graciano, sentada afuera de su barraca, esta tarde del jueves 28 de febrero, un día después de que la Procuraduría afirmara que tienen todos los elementos para señalarla como la asesina de su esposo Jesús Alfredo Cuen Ojeda.

Por momentos, en la plática, sus ojos se nublan y se extravían en el recuerdo, en el sueño de recuperar su libertad, aunque el juez no ha demostrado si es culpable o inocente.

-De toda esta tragedia, mis hijos son los que han sufrido más. El mismo mes que perdieron a su padre, a su mamá la metieron a la cárcel –concluye.

Casi ocho meses después del homicidio de su marido, Yesenia se sostiene en su inocencia: dice que está dispuesta a pelear porque se demuestre que ella no mandó matar a Jesús Alfredo la mañana del 2 de julio del 2012, luego de que su cuñado, Héctor Melesio Cuen Ojeda, perdiera la senaduría

Su familia y sus dos hijos, ya entrados en la adolescencia, siempre están con ella, a pesar del descrédito que acompaña a todos los presuntos culpables, la pesada loza del juicio mediático al que los medios solemos someter a los indiciados.

-Mi familia nunca me apoyaría si yo de verdad fuera culpable, en la familia no criaron asesinos. Ni permitirían que mis hijos vinieran a visitarme. Pero aquí están, mis hermanos nunca dejan de venir a verme los días de visita.

En efecto, sus hermanos vinieron este jueves para compartir con ella los trozos de alegría que uno puede conseguir en esta prisión de altos muros y cercas alambradas.

¿Una unidad modelo?

Declaración. Confesión forzada.
Declaración. Confesión forzada.

Más de siete meses después, su caso vuelve a ser noticia candente.  El 15 de febrero la Comisión Estatal de los Derechos Humanos concluyó en su recomendación 2/2013 que Yesenia fue sometida a tortura, incomunicación, detención arbitraria y hasta violación física.

Para conseguir una confesión, los agentes de la Unidad Modelo de Investigación Policial (UMIP), el supuesto grupo élite en investigación criminal de la PGJE, tuvieron que someter a Yesenia a una serie de vejaciones e insultos que, buscando al victimario, crearon otra víctima.

Lo anterior no es una apreciación propia. Se engañan los altos funcionarios de la Procuraduría si piensan que esto es una percepción: hay documentos, pruebas periciales, dictámenes médicos y un grupo de organismos profesionales que lo demostraron.

Pero la obcecación de la institución de procuración de justicia prefiere ocultar las “viejas prácticas” de los policías investigadores, que ya la  CEDH ha detectado en múltiples recomendaciones emitidas a la dependencia que se debería encargar de vigilar la legalidad.

“Confío mucho en Dios, estoy en sus manos, porque no puede ser de otra manera, y a él me voy a atener para demostrar que no soy culpable”, comenta Armenta Graciano.

Todas las noches en que duerme en la prisión, dice, recuerda la pesadilla que vivió a manos de agentes policiales, que prácticamente –asegura- la secuestraron el 10 de julio, cuando se dirigía al Aeropuerto Internacional de Culiacán a dejar a su cuñada, Patricia Cuen Ojeda.

“A mí me levantaron, porque no se puede llamar de otra manera; a los policías que me hicieron eso, lo único que digo es que ojalá y Dios los pueda perdonar”, refiere.

El tiempo detenido

Este día de visitas, el Centro de la Ejecución de las Consecuencias Jurídicas del Delito se desborda por las personas que vienen a visitar a sus presos.

En su mayoría son mujeres y niños los que entran, cargando alimentos, bebidas, y los pesares que conlleva tener un familiar recluido, ya sea por haber cometido un delito o por presumirse inocente.

El módulo femenil es uno de los más tranquilos del penal. A la entrada unos rosales contrastan con la tristeza de sus azoteas alambradas, siempre vigiladas por los ojos de celadores que van de un lado a otro.

La familia de Yesenia se ha preocupado por llevarle utensilios que le facilitan su estancia en el reclusorio. Justo en el pasillo hay una mesa plegable donde se desarrolla la conversación.

Sobre la mesa, una maceta con chiles le quitan la frialdad al asunto. Yesenia no esperaba la visita de los periodistas. Temprano había venido una colega a entrevistarla.

Ahora estaba frente a mí, narrando el tiempo detenido, ese que se fracturó la mañana del 10 de julio en que fue privada de la libertad por agentes investigadores a la entrada del aeropuerto.

“Cuando antes íbamos con mi esposo y los niños a Altata, pasábamos por la carretera y miraba toda esa gente haciendo cola para visitar a sus familiares, me decía ‘qué necesidad de andar sufriendo’… nunca hay que decir de esta agua no beberé”, dice la mujer

-¿Cómo sigue el caso?, le pregunto.

-Tengo poco contacto con mis abogados, ellos son los que llevan mejor esa información, lo que sí le puedo decir es que no tienen más pruebas contra mí.

-¿Pero qué pruebas tienen entonces?

-Lo único que viene en el expediente es esa confesión, y ya usted sabe cómo fueron las cosas. Ahora dígame, lo de las llamadas, ¿qué de raro tiene que una esposa le llame a su marido en la mañana? ¿Qué de raro que me mensajeara con mi hermana Noelia?

*     *     *

A las cinco de la tarde del 1 de julio, Jesús Alfredo Cuen ya sabía que su hermano Héctor Melesio había sido derrotado en su búsqueda de la Senaduría por el partido Nueva Alianza.

“Hija, ya perdimos, vengo de la casa de campaña y los números no nos favorecen”, le dijo Alfredo por teléfono.

“Esa noche él llegó como a las 09:30 de la noche a la casa. Lo noté cansado, pero no deprimido, a pesar de que había puesto todo de sí para la campaña de mi cuñado”, relata Armenta Graciano.

Alfredo le pidió que le atendiera el uñero que le molestaba en un dedo del pie. En plena faena, alguien le habló a su celular, una persona que no alcanzó a reconocer. Por el tono de la plática, era conocido de Alfredo, pero no familiar.

“Hablaba de que mucha gente se le había volteado a su hermano a la hora del voto. Cuando colgó, me vio y me dijo: Hija, las cosas están muy calientes”, narra Yesenia.

Sin embargo, el ánimo de su esposo no era de intranquilidad. Incluso le pareció que para su carácter depresivo, se estaba tomando la derrota de su hermano con cierta ligereza.

Esa noche, recuerda Yesenia, Jesús Alfredo se fue a dormir temprano, porque antes de las siete del 2 de julio vería a una persona. Al menos eso dice que le dijo.

Malecón. Inicio de la tragedia.
Malecón. Inicio de la tragedia.

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-¿Tiene alguna idea qué fue lo que pasó para llevar a su esposo a la muerte?, le pregunto.

-Alfredo tenía un carácter muy fuerte, y no se llevaba bien con mucha gente, era fácil que le saliera algún enemigo.

En julio del 2011, rememora Yesenia, Alfredo sufrió un posible atentado: fue perseguido por hombres desconocidos cuando él iba en compañía de su hijastra y su hijo.

Entonces Héctor Melesio era alcalde de Culiacán, y por tal motivo le facilitó seguridad personal, pero no fue por mucho tiempo.

Sin embargo, desde entonces prefirió no arriesgar a su familia y optaba salir fuera de casa en un vehículo diferente al que iban sus hijos.

“Si hubo una persona que conoció mejor a Alfredo esa fui yo, y sé que él tenía miedo a que algo le pasara”.

La mujer dice que sabe que no se trataba nada más de paranoia, pero el caso es que desde entonces su marido prefería cambiar de vehículo y no ir en el mismo en el que iban sus hijos a ella.

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Homicidio. Alfredo y los enredos de su caso.
Homicidio. Alfredo y los enredos de su caso.

La mañana en que lo iban a matar, Jesús Alfredo se levantó con un ánimo apacible. Ese día la hija de Yesenia celebraba su graduación de la secundaria con una misa en la Iglesia del Padre Cuco, como popularmente se le conoce al recinto ubicado en Las Quintas.

Cuen Ojeda salió muy temprano, para cumplir su cita antes de las 7 de la mañana. Yesenia ya sabía que de ahí marcharía al restaurante Chicks del Paseo Niños Héroes.

“Recuerdo que yo estaba en la Iglesia, justo en la entrada cuando le marqué a Alfredo para recordarle que tenía la cita con el médico a las 9:15”, refiere la mujer.

“Me había dicho que si tenía tiempo iría a la misa de graduación de la niña, pero yo sabía que no lo iba a hacer porque lo conozco, él le huía a todas esas cosas”, dice.

Esa llamada fue, asegura Armenta Graciano, la que se menciona en el expediente, con la cual daría la ubicación a los asesinos del doctor de la UAS.

“Yo no entiendo qué hay de malo en llamarlo, siempre lo hacía, yo siempre estaba al pendiente de sus actividades… ¿Sabe cuánto tiempo teníamos de casados? 14 años, y esos 14 años él siempre fue al Chicks… además yo sabía que estaba ahí, no tenía que llamarlo para asegurarme”, comenta Yesenia.

Según la Procuraduría, ella primero se aseguró que Alfredo estuviera en el restaurante para avisar a su hermana Noelia a Guasave, vía mensaje de celular, para que a su vez la agente de Tránsito se pusiera en contacto con Miguel Ángel Estrada López, su compañero en la corporación, para que también él le avisara a los sicarios para que fueran a matar a Cuen.

Yesenia cuenta que la misa concluyó aproximadamente a las 09:30 horas. Tomó su vehículo para marchar al restaurante El Gallito Chapultepec, donde sería el desayuno en honor a los graduados.

Cuando intentó bajar por el malecón viejo, el tráfico estaba siendo desviado. “Estas marchas… ahora quién estará marchando”, le dijo Yesenia a su hija.

Optaron por tomar el puente de la Aquiles Serdán para cruzar el río Tamazula. Casi ocho meses después, Yesenia apenas toma conciencia que a la hora en que atravesó el puente Morelos, su esposo estaba tirado sobre la banqueta del malecón.

Dice que fue hasta que llegó cerca de la librería Gonvill que una comadre le marcó al celular para darle la terrible noticia.

“No podía créelo, me bajé del carro llorando en medio del bulevar, sin aceptar todavía nada; en eso pasó el señor Víctor Hugo Aguilar… él me ayudó a sobreponerme”, cuenta la mujer.

A los minutos, Yesenia llegó hasta donde se encontraba el cadáver de Alfredo. Todavía recuerda que llevaba aquel vestido floreado color blanco con negro que esa mañana decidió ponerse para festejar que su hija salía de la secundaria.

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Misa. Cuerpo de Alfredo, presente.
Misa. Cuerpo de Alfredo, presente.

El resto es historia harto conocida. El funeral, la aprehensión de Yesenia, el arresto de todos los supuestos cómplices.

De pronto, el 13 de julio, la Procuraduría dio a conocer la increíble historia del esclarecimiento del homicidio de Jesús Alfredo.

Los involucrados eran, como ya se dijo, su hermana Martha Noelia, policía de Tránsito de Guasave; su compañero Miguel Ángel Estrada López.

Cuando arrestaron a Yesenia también detuvieron a Luis Enrique Hernández Maldonado, quien según la fiscalía sirvió de halcón al vigilar los movimientos de la víctima.

Los otros supuestos coparticipantes serían Silvano Araujo Medina, contacto directo de Miguel Ángel Estrada. Araujo invitaría al autor material del homicidio, Jesús Humberto Medina Armenta, alias “el Chore”.

La Procuraduría implicó a otros personajes presuntamente ligados a la célula de Los Mazatlecos, que trabajan bajo las órdenes de Fausto Isidro Meza Flores, El Chapo Isidro.

Hasta ahora, ningún otro de los implicados, incluyendo al asesino, “el Chore”, no han sido detenidos por la PGJE para que el caso sea robustecido. En cambio, de manera extraoficial se ha dicho que “el Chore” fue asesinado y su cuerpo incinerado.

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Yesenia asegura de nueva cuenta que no conoce a sus coacusados. Nunca los había visto.

Ahora le pregunto por su hermana Martha Noelia.

-No he sabido nada de ella, siempre me la paso preocupada por ella, pero donde quiera que esté espero que esté con bien.

Lo que se deduce es que dos piezas claves en el caso están ausentes. Martha Noelia, que fue la conexión entre el tránsito y los asesinos a sueldo, así como el hombre que le disparó a Alfredo en el pecho, “el Chore”.

De ni uno ni de otro se tienen noticias. Se esfumaron. Por el contrario, del “Chore” se dice en la Policía Ministerial que está muerto.

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Yesenia pasa los días en su barraca. Por las noches se sujeta a la fe de Dios, a la que dice es muy devota. Esta mañana de hecho trae la muñeca derecha llena de escapularios y cadenitas religiosas.

Cuenta que le sigue doliendo el oído izquierdo, reventado luego de la golpiza propinada por los policías que la interrogaron.

“Me dijo el doctor el Hospital General que estoy bien, que no tengo nada, pero me duele, no me he podido aliviar”, refiere.

Sus hijos son su balsa de remos para navegar en las noches de tristeza. Por las madrugadas, el recuerdo de Jesús Alfredo viene a visitarla.

“Cuando me detuvieron, los policías me dijeron que mi esposo tenía otras dos mujeres”, relata.

-Sí sabes que el pinche viejo tenía dos viejas más, ¿verdad?, le espetó el tipo.

“A veces he soñado que Alfredo viene y me toca la cabeza con su mano, como siempre lo hacía, y me dice: hija, no es cierto nada de lo que te dijeron. Y él y yo sabemos que se refiere a las otras mujeres que según tenía”.

Al proceso penal le falta bastante. Por el momento no se sabe qué decisión tomará el juez quinto del ramo penal. El amparo tramitado en el Juzgado Tercero de Distrito sigue llenándose de pruebas, sin que haya una resolución ni a favor ni en contra.

Cuando me despido de Yesenia, me quedo con lo último: la imagen de sus dos hijos, la niña ya una adolescente de 15 años, y el otro un pubescente de 13. Y sus palabras mostrándome aquí, que si hay al final de cuentas una víctima son ellos: su padre muerto y ella en la cárcel.

“Mamá, yo ya no quiero verte más en la cárcel, pero a donde volteo miro tu foto en los periódicos”, le soltó llorando el pequeño cuando la trajeron al penal.

Martín Durán/La Pared

One thought on ““En la familia no criaron asesinos”

  1. Todo esto ya es historia….Esta señora por fin ya es libre…Aunque necesitará mucha ayuda y comprensión para que pueda superar los momentos difíciles que pasó en la carcel….Una vez más se ha demostrado que “la justicia no es justa” y que cuando se soluciona el caso….la persona injustamente encarcelada ya ha tenido que sufrir mucho
    Estas ejecutores “de la justica , para mí que merecen ser penalizados.

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